Prestamos mucha atención a nuestro pelo y al cuidado de la piel del rostro, dejando que el resto pase a un segundo plano. Pero si hay algo que suele quedar en el olvido esas son nuestras manos. Y si de ellas no nos acordamos tampoco solemos hacerlo de nuestras uñas, que las pintamos de vez en cuando y creemos que ya está todo el trabajo hecho. Y no podríamos estar más equivocadas.

Como el resto de nuestro cuerpo, las uñas necesitan un cuidado diario y con ellas no todo vale. Algo que queda demostrado cuando se ponen amarillas, les salen manchas blancas u hongos, se estrían, se rompen o se ven más blandas de lo habitual. Esto puede ser todo lo que estamos haciendo mal con las uñas.

¿Qué errores cometemos con nuestras uñas?

El uso de ingredientes agresivos o de mala calidad

A menudo, por ahorrar o con las prisas, utilizamos cualquier esmalte de uñas que se nos viene a la mano. Pero hay que tener en cuenta los ingredientes con los que están formulados los pintauñas que utilizamos. Como apuntan desde el salón de belleza experto también en este aspecto, Ananda Ferdi, es una máxima utilizar lacas de buena calidad que no incluyan formaldehído, tolueno o ftalatos porque debilitan la queratina que forman las uñas. Además, ellos recomiendan tratar siempre las uñas con ingredientes naturales y veganos, como en su caso, que trabajan con la marca Morgan Taylor, que eviten el debilitamiento por la falta de vitaminas y de hidratación. Es decir, tampoco vale solo con pintar la uña, hay que tratarla.

No descansar entre manicuras

Esto, si los ingredientes que los formulan son de calidad, no es algo obligatorio, ya que dejarán oxigenarse a la uña y que no se vuelva amarilla. Pero los esmaltes terminan dañando la queratina, por lo que se recomienda pasar pequeños períodos llevándolas naturales y reforzándolas desde la raíz con fortalecedores de uñas.

Golpear las uñas

Es inevitable no golpear las uñas en ningún momento, especialmente si se trabaja con el ordenador y básicamente porque las manos las usamos casi en el 100 por 100 de nuestras actividades. Pero hay que tener cuidado con esas pequeñas manías que pasan por tamborilear con los dedos en la mesa o chocar las uñas entre ellas pues son el origen de esas manchitas blancas que aparecen y que siempre se han creído una falta de calcio. Estas desaparecen según la uña va creciendo y pueden camuflarse con la manicura. No hay que preocuparse por ellas a no ser que sean sinónimo de déficit de minerales como el zinc.

No tratar las uñas secas

Siempre hay que tratar las uñas, sean del tipo que sean, pero especialmente si estas son secas. Las uñas así se quiebran con mayor facilidad, les salen estrías o líneas transversales debido a algún golpe, pues son uñas mas débiles. Por eso, se les aporta un extra usando aceites específicos que hidratan y restauran la cutícula y la piel. Estos suelen contener vitaminas y antioxidantes que las protegen y refuerzan.

Pulir las uñas

Los tornos pulidores o pasar una lima dura y granulada por la superficie de la uña no hará otra cosa que arañarla y dañar su capa externa, debilitando la uña. Algo que tendemos a hacer para disimular estrías y líneas y terminamos haciendo la uña más fina. Solo se pulirá la uña con las uñas de gel o con el esmalte permanente y se hará solo sobre la capa más superficial, es decir, todavía no se llega a nuestra uña. Las uñas deben limarse en una sola dirección y utilizando una lima suave, de cartón o cristal.

No hidratarlas lo suficiente

"A menudo utilizamos una crema de manos o pies y nos olvidamos de masajear la zona de las uñas", apuntan desde el centro. "También hay que hacerlo, especialmente si queremos reforzar la hidratación de la uña", añaden.

Utilizar químicos como la acetona

La acetona no hace más que resecar la uña mientras retira el producto, haciendo que esta pierda su hidratación y grasa original y necesaria. Así como también seca la cutícula y toda la piel que toca. Por eso, se recomienda utilizar quitaesmaltes bajos en ella, conocidos como sin acetona.