La reina Victoria de Inglaterra inició dos grandes tendencias de moda: el negro total para el luto —a pesar de que llevaba haciéndose desde el Imperio romano en Occidente, ella lo elevó a otro nivel— y los vestidos de novia blancos. La huella que dejó en los looks nupciales se convirtió casi en un mandamiento para cualquier boda tradicional porque, aunque a esta reina la recordemos principalmente por su luto permanente —que llevó devotamente durante casi cuatro décadas tras la muerte de su marido, Alberto—, fue ella la que impuso una norma que también se convirtió en tradición al pedir que nadie más llevase blanco al enlace excepto sus damas de honor.
Precisamente con retales de encaje níveo de Calais y Chantilly que el fundador de Pronovias vendía a las damas de la burguesía barcelonesa para confeccionar sus trajes de ceremonia es como se comienza a escribir la historia de esta mítica casa. Así se puso la primera piedra de un edificio que, años más tarde, se convertiría en referente para las mujeres que buscaban diseños con los que sentirse especiales en su boda. No en vano, Pronovias nace con el firme —e insólito por aquel entonces— propósito de aunar dos conceptos clave: el prêt-à-porter y la industria nupcial.
Desde su fundación, el trabajo artesanal ha guiado todas sus creaciones en su afán por mantener vivas las habilidades de aquellos que han formado parte de su familia durante años. "En Pronovias, la artesanía no es sólo una técnica, es el corazón de nuestra historia y nuestro futuro", cuentan desde el equipo de la marca. "Desde el principio, hemos contado con esa magia que sólo se encuentra en el toque humano, en esos momentos de creación pura que viven en nuestro atelier. Nuestros bordados, patrones y diseños se crean con las manos de nuestras costureras y patronistas, que llevan en esta casa décadas".
Mucho ha llovido desde esos inicios en los que se recorría las casas de las familias catalanas acomodadas vendiendo sus bordados. Hoy, Pronovias es líder en su sector y una de las compañías más rentables y con mejores perspectivas de la industria española. Cuenta con presencia en más de 100 países, una red de más de 90 tiendas y más de 4.000 puntos de venta en todo el mundo, consolidando así una posición de referencia en un sector en plena efervescencia. Todo un reto para una casa que trabaja productos casi únicos, con un proceso de elaboración complejo en el que se cuida el más mínimo detalle, y que sabe como pocas lo importante que es dar respuesta a las aspiraciones de sus clientas.
En este tiempo, la firma no sólo ha sabido evolucionar sin perder su esencia, sino que ha recurrido a estrategias clave como alianzas y colaboraciones con marcas como Valentino, Emanuel Ungaro, Marchesa o personajes como la top model norteamericana Ashley Graham, dando lugar a propuestas que reúnen lo mejor de cada universo y en las que, una vez más, la herencia artesanal está muy presente. "En Pronovias creemos fervientemente que la belleza verdadera reside en los detalles artesanales y en el amor por convertir los sueños de las novias en realidad", aseguran. Una historia de amor, de familia y de tradición imborrable.
Peluquería y maquillaje: Antonio Romero (One-Off Artists). Producción: Beatriz Martínez Velasco. Modelo: Tanya Ruban (Blow Models).