Dice la Rae que instinto son las pautas de reacción que toman los animales para conservar su vida. Nada que objetar cuando la incontenible Grace Jones afirma que en su vida, ella todo lo ha hecho por instinto; como cuando John Casablancas –agente de Elite Model– le dijo que “lo suyo” (ser una mujer negra de porte extravagante) era difícil de introducir en el mercado europeo. “Sería como querer vender un coche viejo a un conductor que está pensando en cambiarse el suyo”. Conque un coche viejo, debió pensar Grace Jones; pues os vais a cansar de tartana. Y por instinto hizo bandera de todo aquella que incomodaba: su piel, sus rasgos y su actitud.

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Una imagen de Grace Jones en la mítica discoteca Studio 54.

Grace Liberty Jones nació en Jamaica y hasta ahí la única certeza, porque con el año de nacimiento ya empieza el despiste. Se crió en una familia llena de hermanos bajo el mandato de su abuela, pues los padres emprendieron eldorado en Estados Unidos y el primer contacto con la autoridad fue decisivo. El segundo marido de la abuela, quien ejerció de figura paterna, era un fanático religioso, violento y estricto, que atormentó a los niños con advenimientos celestiales y castigos divinos; y mientras escupía letanías como munición salida de una metralleta, sus ojos desorbitados intimidaron a una Grace todavía niña. De nuevo por instinto, tomó aquella mirada chiflada y la convirtió en el santo y seña de sus performances.

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En una imagen de promoción de Panorama para matar, su aportación como villana a la saga "Bond"

Grace Jones salió a los 13 años de la isla, pero Jamaica jamás ha salido de ella. Una tierra de nativos que fue saqueada vikingos y bucaneros, por tropas españolas y británicas, que llegaron, bebieron (y mucho) y dejaron su simiente en la tierra tiene que marcar tu adn por fuerza, admitía la cantante y actriz con motivo de la presentación su biografía I’ll Never Write My Memoir. Más concretamente sus genes directos le llegaban gracias a un padre boxeador amateur y una madre saltadora de altura. Así que el cuerpo le venía de mano, con una estructura poderosa de hombros anchos y piernas tan turgentes como infinitas. Las puertas de la subcultura neoyorquina se le abrieron de par en par nada más poner un pie en la escena nocturna de la Gran Manzana y Andy Warhol, Keith Haring, Antonio López y Richard Berstein quisieron un pedazo de aquel torbellino salvaje que arrasaba todo a su paso.

A veces la casualidad tiene estas cosas, y su primera compañera de piso fue la incomparable Jerry Hall. Modelos y amigas, salían juntas a comerse de un bocado la noche neoyorquina. Como también salía con ellas Noel, hermano de Grace y homosexual aguerrido que se movió por los ambientes gays de la ciudad, y su hermana con él. Empezó entonces el despiste de Grace Jones: con la edad, con el género, con la sexualidad; además, su voz grave le hacía parecer un hombre al cantar. Sin mucha dificultad, su éxito I need a man se convirtió en un himno gay de la época. En 2017 se cumplieron cuarenta años del lanzamiento del primer disco: Portfolio, donde también lanzó un cover del hito musical de Edith Piaf, La vie en rose. Con él se ganó el corazón de París.

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Grace Jones: única en su especie

Instalada en la capital del Sena, cada vez que tomaba el Concorde, Grace Jones llegaba como una verdadera diva a Nueva York; que para algo era la reina de la pista de Studio 54. Pero de vuelta en París tuvo tiempo de sobra para ganarse el amor de las primeras espadas de la moda, de Azzedine Alaïa a Jean-Paul Gaultier. Un nombre fue clave: Jean-Paul Goude, quien además de un genial artista se convirtió en su pareja. Goude redondeó el personaje y lo empaquetó irresistiblemente, hizo de ella una "Marlene Dietrich negra"; una amenaza erótica.

Fue una sola vez, pero Grace Jones no siguió su instinto y metió la pata; o quizá sí lo siguió, pero ya fue demasiado tarde. Ridley Scott persiguió a Grace para que protagonizara el papel de Zohra en Blade Runner y la cantante tardó demasiado en pensarlo; para cuando lo decidió ya era demasiado tarde. Con la lección bien aprendida no titubeó cuando cayó en sus manos el papel de Zula en Conan, el destructor. Ella siempre quiso ser actriz, desde que se estrenó como una villana en Panorama para matar. Recientemente se ha convertido en material de un documental a cargo de Sophie Fiennes, la hermana directora de los Fiennes: Grace Jones: Bloodlight & Bami.

La madre de Paolo –el único hijo que tuvo, junto a Jean-Paul Goude, y la abuela de Athena, confiesa que ya no le interesa nada de la moda salvo la amistad leal que tiene y le tienen sus amigos incondicionales Gauliter y Treacy, que le horroriza ver a las nuevas modelos, tan macilentas y jamelgas que parecen sacadas de The Walking Dead, y está pensando en abrir una fundación para ayudar a una comunidad de mujeres jamaicanas en riesgo de exclusión mediante talleres de introducción a la costura. Eso en lo tocante a la moda, en lo tocante a la música suenas las campanas para el lanzamiento de un –de momento solo posible– nuevo álbum en 2018 y en lo tocante al cine, el documental sobre su vida con sello de Sophie Fiennes. Porque en lo tocante a la vida se siente una Gloria Swanson en clave 2.0: ni entiende, ni le gustan, ni por supuesto quiere participar de estos tiempos pacatos y remilgados donde la corrección política es ley. Mejor, Grace. Tú sigue inspirando a toda una legión de devotos como el icono que siempre fuiste, única en tu especie.