El queso. Ese alimento que tantas pasiones levanta, ya sean a favor o en contra, debido al intenso olor y sabor de algunas de sus variedades. De cabra, de oveja, de vaca, de búfala, de burra, de camella, cremosos, frescos, curados, azules y hasta verdes, la oferta de este manjar es casi infinita. Sólo en España hay más de cien tipos diferentes, imagínate todos los que habrá repartidos por el resto del mundo, a excepción de algunos lugares, como Asia, donde genéticamente tienen intolerancia a la lactosa y suele ser sustituido por tofu. En cambio, los países donde más se consume este producto son todos europeos: En Grecia, 34 kg por habitante al año, 23,6 en Francia y 22,5 en Malta.

Si eres de los que creen que no podrían vivir sin el queso, has de saber que existe una explicación científica a eso. Un estudio realizado por la Universidad de Michigan reveló, recientemente, que se trata del alimento más adictivo del mundo. La culpable de ello es la caseína, una proteína presente en todos los productos lácteos, pero que en el caso del queso su nivel de concentración se multiplica por diez, debido a que se trata de un producto muy elaborado. Y cuanto más procesado y graso, más adicción genera.

Así que, como, sin duda, comer es una de las mejores cosas que acompañan a todo viaje, toma nota de estos lugares que se posicionan en lo más alto de los destinos imprescindibles para los verdaderos amantes de esta rica y adictiva delicia, por si te animas a llevar a cabo una verdadera gastro-escapada.

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La Ruta del Emmental, Burgdorf (Suiza)

Si hay un país ligado al queso en prácticamente todas sus versiones, ése es, sin lugar a dudas, Suiza. Una de sus variedades más conocidas tiene su origen en las cimas alpinas del país, donde empezó a producirse en el siglo XV, y es conocido como Emmental, aunque su denominación es Emmentaler AOC.

Justo allí, a 27 kilómetros de Berma, en la pequeña ciudad medieval de Burgdorf, comienza y termina una ruta 100% quesera. Se trata de un recorrido en bicicleta que guía a través de la historia de este delicioso alimento en la que los visitantes pueden descubrir todos los detalles de este intenso queso, tan famoso por sus agujeros y por protagonizar el típico chiste sobre quesos y Sherlock Holmes. El itinerario muestra desde la producción de la leche hasta la exportación del producto final y, por supuesto, ofrece experiencias tales como aprender a ordeñar una vaca, hacer el queso o intentar tocar la trompeta alpina.

Mercado del queso, Alkmaar (Holanda)

Otro de esos países que van asociados a la palabra “queso” de manera automática es Holanda, pues es uno de sus principales productores del mundo. De hecho, se trata de una de las tradiciones gastronómicas más arraigadas del país, pues desde tiempos de Julio César se produce y consume queso por aquellos lares. Sus mayores abanderados son el Gouda y el Edam, dos quesos suaves y blandos que toman sus nombres de las localidades donde se comenzaron a producir. Para hacernos una idea, el Gouda representa el 60% de la producción quesera del país.

Hablar de los quesos holandeses es rememorar las enormes ruedas de este producto que se deslizan por la plaza del mercado de Alkmaar, ciudad del norte ubicada a 34 kms de Amsterdam, mientras son transportados por acarreadores vestidos de época para venderlos y subastarlos. Esta tradición se lleva a cabo desde 1.662 en uno de los mercados más antiguos del mundo y que sigue en activo con sus viejas costumbres. En la plaza Waagplein, cada viernes, entre abril y septiembre, se celebra el Mercado de Quesos, todo un espectáculo en el que los enormes goudas son transportados en carromatos, se apilan y se venden delante del edificio del antiguo ayuntamiento respetando el sistema de antaño: compradores y comerciantes dan palmas para confirmar cada venta.

La Ruta del Idiazábal, País Vasco (España)

Por supuesto que no podíamos dejarnos nuestro país en el tintero. Un territorio donde, como decíamos al principio, se producen más de cien tipos diferentes de queso. Uno de los más conocidos es el Idiazábal, y para descubrir dónde se elabora este queso con aroma y sabor tan característico, hay que viajar hasta el País Vasco. La zona comprendida entre la Sierra de Aralar y el Parque Natural de Aizkorri, donde los inmensos prados verdes, los caseríos y las ovejas latxas son parte indispensable de una ruta de montaña de casi cien kilómetros que cuenta con varios alicientes gastronómicos que se suman a los paisajísticos.

Siguiendo el GR-283, la Ruta del Idiazábal cruza las comarcas Goierri, Alto Urola y Alto Deba y cuenta con paradas tan necesarias como las granjas productoras de queso, con degustación y maridadas con un buen vino, y una visita al Centro de Interpretación del Queso de Idiazábal.

La Ruta de los Quesos, Auvernia (Francia)

Dicen que en Francia podríamos comer un queso local diferente cada día del año y, aún, nos quedarían algunos por probar. Hablamos de un país donde se producen casi 400 variedades distintas y son muchas las regiones que presumen de tener el mejor de todos. Pero hay una zona en la que se produce el mayor número de quesos con el sello D.O.P., Denominación de Origen Protegida, de todo el país: Auvernia. Lo cual no es poco, si tenemos en cuenta que los franceses presumen de ser los maestros queseros del mundo por excelencia.

Situada en el centro del territorio francés, Auvernia cuenta con un gran punto a su favor: tiene su propia ruta de quesos locales. Unos paneles indicativos van orientando a quienes deseen llevar a cabo el recorrido a través de esta zona de volcanes y castillos medievales. Variedades como Bleu d’Auvergne, Gaperon, Cabécou, Salers, Fourme d’Ambert, Saint-Nectaire o Cantal han dado fama a los quesos auverneses y la ruta es una invitación a conocer granjas, lecherías y locales que las producen, desde el ordeño de las vacas, hasta la, tan esperada y agradecida, degustación.

Y ahora que ya conoces estos lugares, toca pasar a la práctica. Aprovecha que comienza el buen tiempo, haz las maletas, hueco en tu estómago y dirígete sin pensarlos directo a estos tours gastronómicos donde la naturaleza, las tradiciones y el buen comer, y seguro que el beber también, te esperan.