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Que la pandemia haya cambiado nuestra vida de muchas maneras es una realidad que no podemos cuestionar, pero uno de los cambios más importantes (y quizás con el que muchas personas no estaban familiarizadas) es que tuvimos que recurrir a la tecnología para seguir en contacto con nuestros familiares, amigos, seres queridos y también para trabajar; una prueba que superamos gracias a las videollamadas y, sobre todo, a la aplicación Zoom. De hecho, esta herramienta se convirtió –y en muchos casos sigue siendo de gran utilidad en la actualidad– en nuestra mejor amiga tanto a nivel personal como profesional.

Desde reuniones de trabajo –que en la mayoría de las ocasiones se siguen realizando de esta manera–, a largas charlas con amigas y/o familiares e incluso a un nuevo concepto de citas tuvieron lugar mientras veíamos a los demás, nos veían y (también) nos veíamos. Y es precisamente aquí donde la relación que mantenemos con nosotros mismos y nuestros cuerpos empezó a cambiar e hizo que las consultas sobre cirugía estética y asesoramiento de imagen se disparasen de forma considerable –además de desmesurada, aseguran numerosos expertos–. El Dr. Rafael Ceballos, cirujando plástico del Hospital Victoria Eugenia asegura que, "factores como el trabajo domiciliario y el cese o disminución de actividades han hecho que nos centremos en aquello que queremos mejorar de nuestro físico. De igual manera, la mascarilla tiene condicionantes psicológicos puesto que hace más llamaticas las zonas del rostro que quedan al descubierto, como por ejemplo los párpados".

Por su parte, el dermatólogo Corey Hartman asegura que "durante los meses de la pandemia fuimos viendo cómo nuestros rostros iban tomando formas que nunca antes habíamos visto: nuestras expresiones exponían líneas de expresión, pliegues, arrugas e incluso asimetrías totalmente desconocidas. Nos vimos a nosotros mismos desde una nueva perspectiva y, para muchas personas, fue una realidad totalmente reveladora". Esta fue una de las principales causas que hicieron que muchas personas fueran conscientes de ciertos 'defectos' que han querido corregir.

"Vernos a nosotros mismos en video de cierta forma arrojó luz sobre algunos problemas que tal vez no habíamos notado antes", asegura el cirujano plástico Dino Elyassnia, para ir un paso más allá: "Sin embargo, creo realmente que la capacidad de trabajar desde casa mientras uno se recupera de una operación estética jugó un papel más importante en el auge de este tipo de cirugías". El hecho de que las mascarillas faciales cubrieran nuestros rostros permitió una curación discreta. Y con las vacaciones y los eventos sociales en espera durante el confinamiento, la gente de repente tuvo tiempo y dinero para invertir en inyectables y cirugía.

Sin lugar a duda, este fenómeno se ha convertido en una realidad que parece que ha venido para quedarse debido a que las videollamadas resultan ser el espejo en el que nos reflejamos en nuestro día a día y en nuestra actividad al vernos sin trampa ni cartón.