La cosmética Do It Yourself, las famosamente conocidas como 'recetas de la abuela', está instalada en nuestros hábitos de belleza desde siempre. Algunas más, otras menos, todas hemos asaltado la nevera en alguna ocasión para realizar algún mejunje de belleza. Ya sea una mascarilla limpiadora a base de huevo, un exfoliante con azúcar y miel o un remedio para la piel a base de aloe vera y aceite de oliva, quién esté libre de experimentar con comida para verse más guapa, que tire la primera piedra. Pero aunque muchas veces hemos podido comprobar que algunas de estas recetas sí que funcionan, ¿son seguras para nuestra piel?

Personalmente, la única ocasión en la que utilizo cosmética DIY es cuando me quedo sin exfoliante de labios, que sí que me atrevo con la mezcla de azúcar y miel, pero no me aplico ningún tratamiento casero en cara, sobre todo desde que aprendí a respetar mi piel sensible. Ya lo hice en la adolescencia, aconsejada por mi abuela y mi madre, para 'sacar' uno de esos granos que no terminan de salir y el resultado fue bastante aterrador. Dormí toda una noche con un trozo de carne de tomate sobre el ya mencionado grano para, a la mañana siguiente, comprobar que la inflamación había bajado, pero que en su lugar tenía una herida. En mi caso fue una y no más, pero sí que tenía amigas que se relajaban con un par de rodajas de pepino sobre los párpados cerrados, que se aplicaban mascarillas de yogur natural y limón para suavizar la piel, que se hacían mascarillas de cerveza y plátano para conseguir un pelo con más volumen o que se atrevían con peelings a base de clara de huevo. Y al parecer les funcionaba.

Claramente, hay un fuerte componente de tradición detrás de este movimiento. Y parte de su recuperación de popularidad está en la tendencia de apostar por una cosmética más natural, a base de ingredientes orgánicos y supuestamente más seguros que cualquier químico procesado en un laboratorio. Cada vez somos más conscientes de lo que nos aplicamos sobre la piel y cada vez es más normal que los consumidores nos acerquemos a los ingredientes más naturales posibles.

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Además, la cosmética DIY es sencilla, barata y, en algunos casos, puede ser tan eficaz como los cosméticos habituales. Otro punto a su favor es que puede personalizarse dependiendo de las necesidades de la piel en cada momento. Pero como nos cuenta la doctora Adriana Juanes, médico especialista en dermatología del Instituto Médico Láser, “la mayor parte de los cosméticos emplean fórmulas que vehiculizan los principios activos e hidratantes de forma que son más eficaces que la aplicación de productos naturales. En cuanto al empleo de estos cosméticos caseros, quizá podrían tener cierto beneficio como emolientes o hidratantes pero no eficacia más potente a nivel de regeneración celular o como antiaging que un cosmético convencional”. Así queolvídate de minimizar la apariencia de las arrugas y tersar la piel a base de frutas y verduras machacadas; pero si lo que quieres son unos poros invisibles, la piel más brillante y una textura más suave, que sepas que puedes conseguirlo con lo que tienes en la nevera.

Pero como nos explica la doctora, “sinceramente considero que los cosméticos caseros que podemos hacer en nuestra propia casa no tienen garantía de eficacia ni seguridad como tratamiento dermatológico”, y ahí reside su mayor desventaja. Este tipo de recetas de belleza no tienen garantizada su seguridad por los criterios de ninguna agencia sanitaria nacional ni internacional, por lo que su uso es siempre bajo nuestra propia responsabilidad y sabiendo que pueden acarrear riesgos para la piel.Además, muchos de los ingredientes que podemos utilizar pierden parte de sus beneficios naturales al proceder de plantaciones en las que se utilizan pesticidas, bactericidas y otros químicos destinados a combatir las plagas, o al estar sometidas a procesos de conservación no naturales. Eso, y las reacciones alérgicas que los alimentos pueden producir. Todo ello supone un cóctel que “puede provocar múltiples reacciones cutáneas, tipo eczema de contacto o acné cosmético”, nos cuenta la doctora Juanes.