El envejecimiento de la piel es una de las mayores preocupaciones en lo que a cuidado facial y corporal respecta. De hecho, es el motivo principal por el que, de madres a hijas, se ha transmitido como urgente la necesidad de seguir una rutina de cuidado facial rigurosa y empezar a hacerlo mucho antes de que aparezca la primera arruga sin posibilidad de retorno. Por eso, los tratamientos antiedad que incluyen ingredientes capaces de eliminar manchas, unificar el tono de la piel y difuminar las arrugas así como las líneas de expresión son los más buscados entre las cremas faciales y los demás cosméticos de día y de noche. Entre ellos, el ácido hialurónico, el colágeno y las vitaminas, que llevadas a uso tópico favorecen (y mucho) a la salud de la piel. Entre ellas, además de la E o la A, potentes antioxidantes, llama la atención la vitamina F. Aunque tiene truco.

¿Qué es la vitamina F?

La vitamina F desde hace varias temporadas se ha hecho una de las claves de la cosmética ya que es capaz de restaurar la barrera natural de la piel, regenerarla, reducir las rojeces y mejorar la jugosidad y luminosidad de la piel, además de aportarle hidratación y nutrición. "Esta vitamina está constituida por tres ácidos grasos esenciales que estimulan la actividad celular, participan en la barrera cutánea, aportan efecto calmante y evitan la pérdida de agua transepidérmica, lo que permite recuperar y mantener el grado de hidratación normal de la piel. Sin embargo, debemos saber que, aunque por su nombre parezca una vitamina, realmente es un ácido graso conocido como un 'abrigo para la piel' y que sirve especialmente en los cambios de estación, cuando el cutis más se resiente", explican desde el laboratorio farmacéutico Lavigor.

Y es que esta vitamina es capaz de conseguir todo eso ya que cuando se habla de ella "realmente nos referimos a los ácidos grasos que ejercen una barrera protectora sobre la piel y que conocemos como Omegas", confirma Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza.

¿Qué beneficios tiene la vitamina F?

"Los ácidos grasos son grandes aliados para reducir la inflamación celular que causa el envejecimiento por ingerir alimentos ricos en azúcares. Mejoran el sistema cardiovascular y ayudan a mantener una barrera protectora de la humedad de la piel, generando una red lipídica que protege el agua necesaria e impide la entrada a agentes que pueden irritar o infectar la piel", añade Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD. Y es que, como cuenta Elisabeth San Gregorio, de Medik8, "envejecemos cuando esa barrera protectora pierde fuerza, produciendo que la piel parezca más seca y deshidratada, perdiendo vitalidad y brillo, incluso elasticidad, haciendo que las arrugas y líneas de expresión aparezcan y se asienten con mayor facilidad".

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Crédito: THE ORDINARY

Pero además de servir para las eliminar las arrugas, manchas y demás signos de la edad, la vitamina F también es especialmente útil como remedio contra el acné. "El sebo se produce cuando la testosterona se convierte en dihidrotestosterona. Los ácidos grasos esenciales, como el ácido linoleico (vitamina F) son inhibidores, como demuestran muchísimos estudios, que señalan cómo una falta de este ácido afecta a la composición del sebo y sus propiedades, demostrando que las pieles grasas precisamente tienen una carencia de ácido linoleico. Y es que una deficiencia en este componente produce hiperqueratosis y una inflamación que bloquea los poros, dando lugar a la aparición de puntos negros e imperfecciones. Al añadir vitamina F de vuelta a la piel, se produce un equilibrio que restaura los lípidos de la piel y ejerce efecto antiinflamatorio, atacando a los granitos y previniendo su futura aparición", explica San Gregorio.

¿Cómo se introduce la vitamina F en la rutina?

La primera forma de introducir la vitamina F en la rutina de cuidado facial es por medio de la alimentación, con alimentos como el salmón que al ser rico en Omega 3 lo es también en vitamina F, las semillas de chía o las nueces de macadamia. "El Omega 3 ayuda a mejorar el estado de ánimo, alcanzar el normo-peso y mejorar la salud cardiovascular, previniendo enfermedades coronarias, por ejemplo, cuando vivimos sometidos a mucho estrés", explican desde Perricone MD. Por ello es conveniente también apostar por suplementos alimenticios.

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Crédito: SKIN GENERICS

Además de la alimentación, vía por la que favorecerá a todo el organismo, también se hace de forma cosmética con "productos formulados con ácidos grasos que ayudan a restaurar la flexibilidad, mejorar el brillo y proteger la piel" concede Nieto. "Reestructuran la matriz lipídica de la piel, creando un completo abrigo que además ayuda a proteger el tejido en los meses más fríos, cuando el contraste de temperaturas o el exceso de frío pueden desequilibrar esa barrera, desencadenando una clara deshidratación", añade.