Coronas de estrellas, orejitas de conejo, maquillajes de todo tipo... Los filtros digitales han supuesto toda una revolución en las redes sociales. Esta herramienta puede hacernos pasar ratos muy divertidos, ya que, en cuestión de segundos, nos permite ver diferentes versiones de nuestro propio rostro, algo que sería imposible sin estas innovaciones digitales.

Sin embargo, según los últimos estudios, cuando se pervierte el uso de estas transformaciones efímeras, puede haber indeseables consecuencias que se ceban sobre todo con la salud mental de los más jóvenes. Estas publicaciones científicas no dejan lugar a dudas: En los últimos años ha aumentado un 24% el número de pacientes de entre 18 y 24 años que recurren a la cirugía estética. Desde una de estos centros, la clínica Mira+Cueto, confirman además que muchos de ellos acuden con el móvil en la mano. Y no para mostrar la foto de ningún famoso.

woman taking bath and smiling while messaging someone
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Detrás de muchas de estas primeras consultas se esconde la Snapchatdismorfia, el término con el que se reconoce al trastorno provocado por el abuso de estas máscaras digitales -Snapchat fue la primera red social en incorporar estos filtros-. Quienes lo padecen están decididos a trasladar el aspecto modificado digitalmente por los filtros a la vida real y no dudan en plantearse la intervención quirúrgica como medio para llegar a su fin. Desde el citado centro médico afirman que esta afección mental aparece mayoritariamente en los pacientes más jóvenes: "sobre todo cuando hay falta de madurez, problemas de autopercepción o autoestima".

Pero las consecuencias no se quedan ahí, las doctoras Mira y Cueto afirman que la snapchatdismorfia puede acarrear otro tipo de problemas: " Se ha descrito que algunas de estas personas llegan al aislamiento social, a vivir solo a través de las redes, a encerrarse en casa y abandonar cualquier tipo de relación para no ser visto con el rostro y cuerpo real". A lo que añaden: "Incluso dejar de mirarse al espejo y, en los casos más severos, ansiedad, depresión, autolesiones e ideas de suicidio".

Para frenar esta afección, la clave es que cuando este tipo de paciente acuda al cirujano estético este sepa detectar el problema y no sucumba a sus peticiones: "Esta situación se agrava si el médico al que recurren no detecta el trastorno y pretende alcanzar expectativas irrealizables. El resultado nunca es satisfactorio y la obsesión y desesperación se multiplican", afirman las doctoras.

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Las doctoras Mar Mira y Sofía Ruíz de Cueto son conscientes del grave problema que afecta a los estratos más jóvenes de nuestra sociedad y piensan que los médicos deben tener un papel activo para atajarlo: "Los médicos tenemos la obligación deontológica y moral de buscar vías de detección temprana y de tratar de frenar esos comportamientos que pueden resultar altamente nocivos", apuntan.

Protocolo contra la 'snapchatdismorfia'

Por su parte, han puesto en marcha un protocolo de prevención, seguimiento y ayuda a la recuperación de este trastorno que, según revelan, está afectando ya también a personas de más edad. Este procedimiento se divide en tres pasos y comienza con un diagnóstico multidimensional que, en el caso de dismorfia, permite "darle a conocer al paciente hasta dónde puede llegar, eliminando expectativas irreales y mostrarle hasta donde llega su belleza facial natural", apunta Ruíz de Cueto.

En segundo lugar, la diagnosis de una dismorfia contraindica cualquier intervención quirúrgica. Para solucionarla entra en juego el coaching: "El departamento de a-coaching lleva más de 7 años reforzando la autoestima y trabajando este tipo de trastornos de la autopercepción con resultados sorprendentes". Por último, una vez solucionada la dismorfia se puede proceder a realizar el tratamiento estético, siempre dejando claro al paciente los resultado que puede obtener.