“Sin parabenos”. Seguro que esta etiqueta te suena; es más, desde 2010 se ha venido implantando en casi todos nuestros productos cosméticos como sinónimo de seguridad para nuestra salud, pero ¿sabemos que son los parabenos?

¿Qué son los parabenos?

Una vez abierto, cualquier producto cosmético necesita ingredientes que eviten que se eche a perder por la acción del oxígeno y los microorganismos, y ahí entran los parabenos, que funcionan en cosmética (y otros campos como la medicina) como conservantes. Methylparaben, propylparaben, butylparaben o benzylparaben, son perfectamente reconocibles por su nombre y se podían leer básicamente en las etiquetas de todos nuestros cosméticos, desde cremas corporales hasta geles de ducha, desodorantes o productos de maquillaje.

Pero todo empezó a cambiar a partir de 2002, cuando la farmacóloga británica Philippa Darbre comenzó una investigación para determinar cómo el uso de estos parabenos podía influir en la salud de las personas. Llegó a la conclusión de que poseían propiedades estrogénicas, pudiendo actuar en la hormona sexual femenina y contribuyendo en la aparición y expansión de células mamarias con cáncer en placas in vitro. Aunque nunca se demostró la relación directa entre los parabenos y la aparición de cáncer, en 2004 la investigación dio un paso más allá, cuando se encontraron restos de parabenos en veinte tumores de mama y en los ganglios linfáticos auxiliares que conectaban con los tumores de la mama, a pesar de que las cantidades de parabenos en los productos utilizados había sido muy bajas. Las alarmas saltaron en toda Europa.

Tenemos que tener siempre en cuenta que la Agencia Española del Medicamento se encarga de regular que ningún producto en el mercado sea nocivo para la salud, y que incluso la Comisión Europea ha legislado regulando la utilización de estos componentes para que sean seguros. Pero, aún así, desde 2010, cuando se publicaron estos estudios, el miedo a los parabenos se instaló en los consumidores que comenzaron a exigir un cambio en la industria cosmética, algo que dio lugar a una nueva forma de consumo más consciente y meditada.

¿Qué buscan ahora los consmidores en sus productos cosméticos?

La cosmética natural

Mientras que los parabenos empezaron a desaparecer de nuestros productos, se disparaba el interés por la cosmética natural o cosmética 'clean' que vio como crecía su mercado. Uno de los grandes exponentes de este tipo de cosmética a nivel mundial es la firma cosmética LUSH que, entre otros muchos compromisos con el medio ambiente, mantiene una filosofía de ofrecer productos frescos para reducir al mínimo el uso de conservantes. De esta forma, han conseguido eliminar por completo los conservantes del 40% de sus productos, apostando por formatos sólidos que dificultan el crecimiento bacteriano que echaría a perder el producto. Los productos que se elaboran con agua, sin embargo, sí que requieren un mínimo de conservantes pero aseguran que se decantan siempre por los menos agresivos aunque esto disminuya su tiempo de conservación.

Algo parecido ocurre con Freshly Cosmetics, que elaboran sus productos con ingredientes naturales y libres de tóxicos, sin parabenos, siliconas, sulfatos, derivados del petróleo, colorantes, ni perfumes sintéticos. “La selección de ingredientes naturales no sólo es una apuesta y garantía para nuestra salud sino también por la eficacia en el cuidado de nuestra piel. Los ingredientes naturales tienen la gran cualidad de ser reconocidos e integrados fácilmente por nuestra piel. Esto se debe a la afinidad y semejanza que tienen estos compuestos naturales con la estructura molecular de los organismos vivos”, nos aseguran. “Evitar añadir compuestos sintéticos, y en algunos casos tóxicos, es un apuesta a corto y largo plazo. A corto porque muchos de nosotros tenemos pieles sensibilizadas a distintos químicos, y su agresividad o estructura causan eccemas, alergias o taponan los poros, como es el caso de los sulfatos o las siliconas. Y largo porque muchos de estos compuestos, como los parabenos o los compuestos policíclicos, son disruptores endocrinos que pueden generar problemas hormonales y se han relacionado con algunos tipos de cáncer”, añaden los expertos.

La tendencia de mínimos y la cosmética estéril

Pero ya no nos conformamos con la naturalidad y se ha dado un paso más. Estudios llevados a cabo por los Laboratorios Dermatológicos Avène, han llegado a la conclusión de que existe un tendencia de consumo cada vez más extendida que apuesta por la responsabilidad, la simplicidad y el equilibrio o lo que es lo mismo, por el 'skinimalismo'. En los consumidores prima sobre todo, y más que la cantidad, la salud y la calidad de los productos. Debido al incremento de las intolerancias y las alergias cutáneas, los consumidores apuestan cada vez más por fórmulas que respeten por completo la naturaleza de la piel, impulsando una tendencia de mínimos. Y debido a ello nace la cosmética estéril.

Este tipo de cosmética apuesta por simplificar las fórmulas, eliminando todos los componentes que puedan irritar o sensibilizar la piel, llegando a reducir los ingredientes de un cosmético (que suelen oscilar entre los 30 y los 50) a solo 7.

Se trata en centrarse en lo mínimo que necesita la piel, en su necesidad esencial: la hidratación. Así, en su gama Tolérance, se prescinde de los conservantes, los tensioactivos, los perfumes, los reguladores del PH u otros compuestos que a menudo se introducen en los tratamientos, pero que no contribuyen a aportarle a la piel ningún beneficio. Con ello han conseguido también preservar la microbiota de la piel, o lo que es lo mismo los microorganismos que cubren su superficie y la protegen de la invasión de gérmenes patógenos. Se trata de respetar la piel totalmente para que luzca bonita de una forma más natural.